domingo, 18 de noviembre de 2012

Malvi/klands. DÍa 2.

Malvi/klands. Impresiones del día 2 (English version, above)

Un día de safari fotográfico por Stanley/Pto Argentino. Después del 'desayunazo' daba para una 'power walk', al fin y al cabo. Bajé a la Misa anglicana en la principal iglesia de la ciudad, la Christchurch Cathedral. Es realmente bonita: con techos de madera y paredes en piedra, fue construida con colectas de vecinos. Tenía por dentro algunos estandartes  tradicionales británicos, y el ambiente era señorial. Pero acogedor. Muy en la onda Harry Potter, diría. Me quedé ahí, calladito, al fondo, mientras una docena de personas atendía su rito. El susurro con el que la ayudante me preguntó si yo era un visitante y amablemente me indicó dónde ubicarme fue mi primer contacto oficial con un Malvi/klander. Salí al ratito y me fui a la Oficina de Información Turística...donde me atendió una especie de abuela que tejía, de fenotipia y aspecto súper British. Le pedí un mapa y me explicó todo -también musitando, pero esta vez sin Misa cerca- con paciencia de, coherentemente, abuela. Amabilidad, diez. Cuando me consideré explicado, le agradecí y me di una vueltita por el negocio. Hay varias cosas interesantes. Pero las que mas me llamaron la atención fueron 2 libros, uno llamado "The War from the Islanders' point of view" ("La guerra desde la óptica de los isleños") y otro llamado "74 Days". Creo que volveré a por ellos. 

Ayer leía, en esto de poder tomar contacto con la experiencia de los que vivieron esa guerra en sus calles y en sus casas, que -al concretarse el desembarco durante la medianoche de 1 al 2 de abril del '82, se despertaron en otro país y con otra bandera. Y con calles militarizadas, donde los soldados, a falta de infraestructura para descansar, se auto-ubicaron en las casas de los habitantes locales (era otoño y ya hacía mucho frío). Los locales difícilmente podrían haberlos considerado otra cosa que 'invasores', como se la llama aquí a la incursión argentina. Para no precisamente suavizar las cosas, el nuevo gobernador criollo tomó 3 medidas simples pero de alto valor simbólico: estableció inmediatamente al español como idioma oficial, cambió el sentido del tráfico (aquí tenían, y volvieron a tener, el inglés) y renombraron a todos los lugares del mapa en castellano. Es decir, un shock para los habitantes, que comenzaron a desear así la expulsión de sus nuevos visitantes desde el día 1. Difícil imaginarse siendo un chico, durmiendo con mis hermanos y papás en un mismo cuarto en mi casa porque en los otros hay señores que hablan en un idioma que no entiendo (y que están 'calzados' con 'juguetes peligrosos') y donde me tengo que levantar para ir al colegio para caminar por mis calles de siempre, que ahora tienen otros nombres que no sé cómo pronunciar, donde casi me pisan un par de veces porque hay jeeps militares que van en sentido contrario al que estoy acostumbrado (y a gran velocidad, y gritan cosas que no entiendo!) y llego al colegio, donde la maestra tampoco puede dar clases en la ahora nueva lengua oficial, porque no la habla. La radio también cambió de idioma, así que tampoco podemos estar mucho más informados de todo lo que pasa sino es por nuestros vecinos. En mi casa lloran. En el cole, lloran. Cómo podemos recibir a esta gente de brazos abiertos? Me dicen que hace 150 años, esto era de ellos. No sé si eso es verdad o no, pero quiero que nos dejen vivir tranquilos!. 
Me hizo pensar mucho.
Después de mis cavilaciones, de ahí, del Centro de Informaciones, partí entonces hacia mi safari fotográfico, por el que pasó ante mis ojos media ciudad: el moderno hospital, la Casa del Gobernador, una rambla que replica el sistema solar, un monumento a los caídos en la primera guerra mundial. Todo salpicado por unas flores amarillas típicas (las "gorse") y una vista soleada al canal. 
Cuando estaba por sacar una foto a un auto antiguo estacionado junto a una casa en el que unas chicas estaban tomando sol, oigo un chistido y una voz me dice "No photos, please". Cuando me alejaba con una disculpa, el dueño de su casa se acerca y me dice "just kidding" ("bromeando") y nos trenzamos en una muy buena charla (supo que yo era argentino a los 4 segundos de diálogo) en el que hicimos un intercambio de experiencias exprés. Y me quedé con 2 frases: "no es realmente un problema con los argentinos, con su gente. Es con los gobiernos; pero especialmente con toda esa cosa populista". Y la otra frase: "solo queremos que nos dejen vivir tranquilos". La charla fue franca, amable, abierta. Y le saqué de todos modos la foto a su auto. Se despidió sonriente, pidiendo disculpas a riesgo de que los churrascos domingueros se les hubiesen carbonizado en este punto. 
Seguí con mi safari: el monumento a los caídos del '82, la sede del diario local, la capilla católico, municipalidad, correo, banco y otros sitios interesantes. Me pertreché (palabra complicada en este contexto) en el súper, y almorcé en el B&B, previo a una larga siesta. Continué luego mi safari por un bosque memorial en que hay un árbol plantado por cada uno de (sus) caídos, y por el cementerio de los lugareños. Y cayó nomás la noche. A por mi sopa de cena (de brócoli y queso Stilton: una perdición que tenía durante mis días londinenses). Mañana habrá excursión, y continúa esta aventura. En mi sesión de sopa me crucé con un matrimonio en la cocina, con quienes me trencé en buena charla: él, chileno, ella, isleña. Y así me enteré de mil cosas más sobre la vida acá. Pero no ahora, que me voy a descansar. Eso solo será mañana......

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