martes, 20 de noviembre de 2012

Malvi/klands. Día 4.

Malvi/klands Día 4 está, finalmente, centrado en la Guerra del '82, casi totalmente. Aunque haré un 'esfuerzo literario', un 'ponerle onda retórico' para retener la atención de aquel a quien no le interesan los temas bélicos (a pesar de que la información que estoy absorbiendo es mucha más que la que mis digitaciones pueden capturar...mi intención es la de convertirme en los ojos y oídos de mis connacionales, más que la de convertirme en un idóneo notario de fechas y datos. He dicho). Trato de explicar lo que fue la Guerra en breve y en fácil, como para explicárselo a la tía abuela. Y a pesar de mis simplificaciones, os apelo a que mi quite de solemnidad a la cosa no sea sentido como quite de respeto (que es bien distinto). Ante todo fue lo que fue: una guerra. Y de lo más convencional, y hasta de caballeros. No hubo gas mostaza, empalamientos ni napalm, como en otros lados. Convencional. Clásica. Común. Con tiros, bombas, aviones y gente muerta. De los 2 lados. Y con una población aterrorizada que un día vio llegar a fuerzas armadas desde lejos, le pusieron otra bandera, otra lengua y otro sentido del tránsito, así de sopetón (cero 'management of change') y esperó con ansias que los liberen de esa 'pesadilla'. Sé que esto molesta la lectura de varios, pero intento describir lo que veo, oigo y leo en estos días. Y antes de que la tía abuela se me duerma, resumo lo que fue esa guerra en un pequeño párrafo: todo duró 11 semanas. La Junta militar en Argentina decide, como coartada ante la que se le venía por el tema represión, invadir/recuperar las islas. Lo logran, más que nada por factor sorpresa, el 2 de abril. Muy improvisado, todo. Conmovida Gran Bretaña. Mandan a su 'Task Force'. Las primeras 7 semanas, de las 11, transcurren entre la partida de las fuerzas inglesas a las Malvi/klands, las idas y vueltas diplomáticas y las primeras bajas de los 2 lados. En las últimas 4, la guerra se define. Haciéndola corta: los 'Argies' tienen fuerzas importantes en solo 2 puntos de la isla: Stanley/Pto Argentino, y tan solo en otro lugar (Goose Green). Después de varios intentos fallidos los 'Brits' lograr desembarcar del otro lado de la isla ("San Carlos", pero no importan los datos) y por ahí entran todos. Ingleses, escoceses, gurkhas, vendedores de gaitas, fish & chips, galeses, Arthur-Mary-&-Bruce, Benny Hill, figuritas de MiniCoopers, cassettes truchos de Paul Mc Cartney & Wings, el agente 007, Michael Caine, Elton John, todos. Y se hacen fuertes. Y la escasa población local los recibe con los brazos abiertos, les dan provisiones, los alientan como sus 'libertadores', hablan su idioma, tienen sus costumbres....les son familiares. Ya sé: te jode leerlo. Pero alguien tiene alguna vez que decir las cosas como fueron y decirle al Emperador que está en bolas, aunque nadie se anime a decírselo. Si no, seguimos viendo siempre un solo lado de la película. De ahí, de San Carlos, se desprenden entonces 2 columnas, tras exactamente los 2 puntos en los que están los Argies: uno se va a tomar Goose Green, el que jodidísimos combates mediante toman una semana después. Y el grueso se va para, (adivinen dónde) Stanley/Pto Argentino: el último bastión por tomar. Y lo cómico es que se tienen que ir a pata ("yomping") a campo traviesa, por esos campos ocres que describía en días anteriores. Por qué? Porque los argentinos les habían hundido el barco (el "Atlantic Conveyor") que les llevaba todo lo que les traían para el avance por tierra: tanques, carpas, bolsas de dormir, jeeps, monopatines, rollers, culipatines, etc. Simplemente, los dejaron a pata. Y nadie levantaba en su auto a 14,000 tipos con borcegos que le podían embarrar las alfombritas de goma. O sea, en fácil: a pata. De cualquier modo, la historia, tía abuela, termina así: estos muchachos, los Brits, se caminan todo, durante días, hasta las colinas que rodean la ciudad, donde los argentinos los esperaban agazapáus para darle la 'malvenida': resultado, fieros combates -algunos cuerpo a cuerpo y no solo a balazos sino también con bayonetas, ("o sos vos o soy yo"..."a matar o morir") pero asimétricamente con los británicos profesionalizados y con tecnología (y preparados para el clima), los argentinos mal preparados, incomunicados y sin equipos. Luchando con el heroísmo personal y no mucho más. En menos de 2 semanas, cerco final y rendición. Fin de la historia, tía. 655 madres argentinas que no vieron volver a sus hijos, y 250 británicas que tampoco. Solo 3 kelpers muertas, 3 chicas que tuvieron la mala suerte de estar en una casa al que un barco inglés erró un tiro y se los puso a ellas. Hoy, por lo tanto, fui a varios de estos sitios. Uno fue una bahía donde intentaron los 'Brits' hacer un segundo lugar de desembarco ('Fitzroy', pero los datos no importan) y donde cuenta la leyenda que en ese día nubladísimo justo se abren las nubes y el sol ilumina todo el 'operativo' inglés, los aviones Argies los ven y en patota van y los bombardean mal en pleno descenso, boleteando a 50 'Brits'. Un horror de la guerra (aunque algunos piensen "es una guerra"...no lo hace menos horroroso). De ahí seguimos para el cementerio argentino de Darwin, ya a 92 km de la ciudad. 250 argentinos yacen ahí. Y por qué quedaron ahí? Primero porque está bien lejos de la capital. Los isleños no querían que los cuerpos de los argentinos, después de la guerra, se quedasen en las islas. Pero a su vez los argentinos se negaron, aún después de la rendición, a repatriarlos, alegando que debían "permanecer en el suelo argentino por el cual pelearon". Y la otra razón fue porque Darwin queda a 1 km de Goose Green, la primer derrota terrestre argentina y en la que perdieron la vida muchos soldados.  El cementerio argentino, sinceramente, es hermoso. Un homenaje lindísimo a los de 'este' lado. Muchos tienen en su lápida "Soldado solo conocido por Dios". Tomé fotos, y dejé el primero de tres rosarios pintados a mano por mis niñitos. Dejé también unas piedritas que me dio mi gran mentora de este viaje, Nora. Me conmovió ver homenajes ingleses a los soldados argentinos (algo que volví a ver repetidamente en publicaciones, como una especie de reconocimiento posterior). Me encantó. De ahí fuimos a Goose Green...un caserío bucólico -muy Familia Ingalls, ámbito propicio para retratar en posavasos o latas de bombones, incluidos 'patos de repasador',  esos de cuello y cabeza verdecita. Parece mentira que ahí se haya dado uno de los capítulos más jodidos de la guerra. Para quebrar un poco la onda pasamos por un perdido puente colgante sobre un brazo de mar, donde al fin el sandwich de almuerzo me hizo recobrar la conciencia de corporalidad (deprivada) que tanta historia y tanta foto me había hecho olvidar. Y aunque hacía un tornillo de novela, había salido el solcito, por lo que se estaba muy bien. De ahí, a San Carlos (sí, donde habían bajado escoceses, Elton John, etc), lugar bellísimo con unas playas de agua azul increíble, con un cementerio británico en el declive suave que va hacia el agua (más chico que el argentino de Darwin; los muertos en combate los repatriaban a Inglaterra). Y ahí dejé el segundo rosario, de los 3, pintado por los niñitos. Y ahí, sí, entonces, emprendimos regreso a la ciudad, una larga hora y media en ese paisaje homogéneo que tienen estas islas....un camino de ripio que se abre paso entre lomadas ocres, cruzadas por riachos, a veces espiadas por brazos de mar que se asoman desde algún costado, y salpicadísimas de ovejas y tranqueras. 
Un paisaje, yo diría, al que me imagino si en Marte comenzará a crecer un pasto amarillo. Que dura horas de auto. 
En fin: un primer acercamiento a lo que fue la guerra: una guerra que yo viví a mis 11 años, de una manera intensa. Porque a los 11 años ya no se está inmerso en el mundo infantil, ajeno y relativamente despreocupado de los 6 años...pero tampoco se ha llegado aún al punto de los 13 ó 14 en el que la atención es tomada por asalto por los efluvios de testosterona estimulada por el sexo opuesto. Por lo tanto recuerdo con claridad los "comunicados" de la Junta, los ensayos obligatorios de apagón general, o las indicaciones para tener nuestros efectos personales más preciados en bolsas y, en caso de raids aéreos 'del enemigo', colocarse con ellos bajo los marcos de las puertas, acaso el lugar más protegido ante derrumbes por bombardeos. Qué despropósito absurdo. 
En fin: mañana sigue el recorrido. Y todo...pero todo-todo, me hace pensar mucho. Hasta mañana.

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